Te encuentras finalizando septiembre de 2021 y tras pensar que llegó la primavera, sientes alivio con la noticia que el PBI peruano está por fin por recobrar sus niveles pre-pandemia. Recuerdas esos duros momentos del 2020 cuando se decretó el estado de emergencia nacional y los meses de confinamiento, con las preocupaciones en tu empresa por la continuidad del negocio, mantener puestos de trabajo, la atención a clientes, las renegociaciones con proveedores clave y muchos otros flancos abiertos, así como el posterior reinicio de actividades presenciales y la recuperación paulatina del flujo de caja. La vacuna anti COVID-19 está ya disponible en el país y más que “nueva normalidad”, percibes que la situación del mercado está casi como antes. En tu empresa están evaluando importantes iniciativas comerciales, pero algunas están “atracadas”, a la espera de más reuniones, vistos buenos, aprobaciones de presupuesto, que se corran más escenarios o simplemente, que algunos directivos regresen de vacaciones, para darle más vueltas a las decisiones. ¿Y dónde quedó esa “agilidad” que tenían en la empresa para tomar decisiones y ejecutar durante la cuarentena? ¿Han mantenido solo la buena práctica del home-office para un buen grupo de colaboradores, pero no esa “adrenalina” para sacar adelante las cosas?
Decisiones Directivas
Además de desarrollar gente, la esencia misma del trabajo de un directivo consiste en tomar decisiones, muchas veces bajo presión y con información incompleta. Nunca tendremos disponible toda la información necesaria para decidir correctamente, pero además de escoger la mejor alternativa, hay que hacerlo de oportunamente.
En una encuesta del Chartered Institute of Management Accountants realizada en el 2016 entre 300 ejecutivos en 16 países, el 72% reconoció que sus empresas han tenido por lo menos un fracaso en decisiones estratégicas debido a la demora en sus procesos de toma de decisiones, llevando en el 42% de los casos, a pérdidas en ventajas competitivas frente a otro competidor.
Cuando lo importante se convierte en urgente
Las decisiones directivas no deben tomarse en base a conjeturas, sino revisando hechos y datos, analizando patrones, relaciones causa-efecto, correlaciones, flujos proyectados, definiendo alternativas factibles y criterios para una buena elección; sin embargo, como pueden implicar muchísimas horas de trabajo individual y en equipo, con la noble causa de reducir la incertidumbre, una decisión muy importante se convierte en no tan urgente.
En una crisis como la del 2020, el tiempo apremia y lo importante de pronto se torna también urgente; luego, buscando reducir costos, generar más ingresos o atender más rápido y mejor, tuvimos que “desempolvar” iniciativas pasadas que estaban congeladas o desarrollar rápidamente nuevas opciones.
En la encuesta COVID-19 CFO Pulse realizada en mayo 2020 de Pricewaterhouse Coopers entre 288 Directores Financieros de empresas en EE.UU., 72% de los entrevistados manifestó que en su empresa están siendo más ágiles para operar y 44% que están encontrando nuevas formas de atender a sus clientes, laborando en ambientes de trabajo más flexibles.
¿Adiós “reunionitis”?
Según una encuesta global de Microsoft de 2010, los empleados en el mundo dedicaban 5.6 horas a la semana a reuniones, sobre las cuales el 69% de los participantes piensan que son improductivas e innecesarias. La crisis Covid no solo demostró que las reuniones virtuales son más fáciles de convocar que las presenciales, sino que son también más productivas y que cuando se realizan con un sentido de urgencia, nos llevan más rápidamente a tomar decisiones.
En una encuesta de McKinsey realizada en abril 2020 a 100 ejecutivos de empresas de retail y bienes de consumo en EE.UU., el 82% de los entrevistados declaró que sus decisiones durante la crisis COVID-19 están siendo tomadas más rápidamente que antes de la misma: antes de la crisis, el 74% necesitaba 6 o más reuniones para decisiones importantes y ahora, el 62% requiere entre una y cinco reuniones.
Si queremos mantener esta velocidad para el “go-to-market” que estuvimos desarrollando en nuestra empresa durante la pandemia, repensemos nuestro organigrama, descripciones de puestos, comités, reuniones uno-a-uno y sistemas de información, para que las capacidades que estamos desarrollando no se conviertan en tan solo un buen recuerdo.
¿Qué podemos hacer para que en nuestra empresa no perdamos esta “agilidad”?
Empoderamiento |
Con un criterio práctico, definamos qué aprobaciones las debe dar un colaborador solo y en qué otros casos, se requerirá el OK de su jefe u otra persona -solo si le agrega valor al proceso-. |
Pensemos en Simple |
Pensemos en cómo construir un Mínimo Producto Viable o Minimal Viable Product (MVP) en ciertos proyectos, “sacrificando” algunas prestaciones de nuestro producto o servicio para quedarnos con lo esencial, a fin de que podamos aprender sobre lo que funciona y no funciona, ajustando atributos. |
Definamos correctamente el problema a resolver |
Una decisión directiva estará relacionada a solucionar un problema o a aprovechar una oportunidad, por lo que será vital definir correctamente el problema o los alcances de la oportunidad |
No suposiciones sin fundamento |
Por ejemplo, si queremos adoptar una nueva plataforma CRM para seguimiento a ventas digitales pero nos dicen que tras una prueba piloto, a dos empleados no les gusta el sistema propuesto, pensemos si esas dos personas son representativas y comparemos sus KPIs de actividad y resultados con los del resto |
Criterios para la toma de decisiones |
Pensemos en las consecuencias de la decisión, como es el caso de costos implicados, rentabilidad esperada, impacto en las personas, dificultad en la implementación, entre otros aspectos |
Workflow Management |
Adoptemos alguna herramienta que nos permita automatizar procesos de negocio en los cuales los documentos, información y tareas pasan de un colaborador a otro, siguiendo una cierta jerarquía y según una serie de reglas preestablecidas, con cero papeles |
Nueva estructura |
Aplicando criterios básicos de reingeniería de procesos, pensemos en qué puestos serán más clave en la empresa y cuáles otros podrían ser prescindibles, considerando los nuevos procesos de negocio y aquellos que reducirán notablemente su nivel de actividad |