Estás en los últimos días del año y el tiempo va quedando corto para tantas cosas, ya dejaste atrás las sesiones de revisión del presupuesto y objetivos estratégicos de la empresa para el próximo año. Sin embargo, ¿qué hay de tus objetivos personales? Como en otros años, piensas plantearte objetivos personales relacionados a tu trabajo y productividad. Por ejemplo, quisieras tener un buen sistema de organización personal, mejorar tu inglés, realizar un curso de especialización o mejorar tu equilibrio trabajo/familia. Sin embargo, recuerdas que otros años también te planteaste objetivos personales que terminaron quedando solo en papel. ¿Cómo plantearse realistamente objetivos personales, de manera que puedas luego hacerles seguimiento y alcanzarlos? ¿Cómo hacer para que no quede todo en tan solo buenas ideas e intenciones?
¿Por qué nos planteamos objetivos?
El establecerse metas anuales no solo es propio de directivos, sino también de atletas de élite y profesionales de diversas disciplinas que, en su afán de mejorar, manejan una visión de largo plazo que alimentan con una motivación de corto plazo. Esto nos lleva a buscar conocimientos y destrezas, así como a organizar mejor nuestro tiempo y recursos, de manera que podamos agregarle más valor a nuestra vida. Además, en la medida que lleguemos a cumplir los objetivos, podremos enorgullecernos al respecto y subiremos nuestra autoestima, pues veremos recompensada nuestra persistencia.
¿Ilusión que termina en frustración?
Es claro que desearemos al máximo el poder alcanzar nuestros objetivos personales anuales, pero la realidad demuestra que la probabilidad de alcanzarlos es baja. Según un estudio de la Universidad de Scranton de 2012, si bien el 45% de los norteamericanos se plantearon resoluciones de Año Nuevo, tan solo 8% de ellos las cumplieron. Con tan poca tasa de éxito, ¿vale la pena plantearlos? Si se plantean formal y correctamente, por supuesto.
Un estudio del 2012 publicado en el Journal of Clinical Psychology mostró que aquellos que se plantean abiertamente resoluciones de Año Nuevo tienen diez veces más probabilidad de cumplirlas que aquellos que no lo hacen de manera estructurada.
Definiendo los objetivos
Pensemos primero en lo que esperamos de nuestra vida profesional para los próximos diez años, identificando objetivos de largo plazo que soñamos alcanzar. ¿Llegar a ser gerente? Y si ya lo somos, ¿vicepresidente, gerente general o tener un cargo con proyección internacional? Luego dividamos estos grandes objetivos en otros más simples, los cuales deberíamos ir alcanzando como pasos previos. De ahí, seleccionemos con cuáles nos quedamos para el próximo año, cuidando que no sean muchos, pues una larga «lista de lavandería» será más fácil de abandonar.
Es vital ser muy específico al definir los objetivos, poniendo fechas y estableciendo prioridades entre los mismos, para evitar sentirnos sobrecargados por tener demasiados simultáneos, concentrando mejor nuestra atención hacia los más importantes. Establezcamos objetivos sobre los que podamos tener el control, pues será muy frustrante definir metas personales que no lleguen a cumplirse por causas totalmente exógenas. Por ejemplo, por no abrirse nuevas plazas para promociones o por un enfriamiento de la economía.
¿Crees que te falta fuerza de voluntad?
Es común echar la culpa del incumplimiento de objetivos personales a nuestra limitada fuerza de voluntad, creyendo que si tuviésemos más fuerza de voluntad y perseverancia, podríamos haber vencido cualquier obstáculo que se hubiera interpuesto para el cumplimiento de objetivos. Sin embargo, según un estudio de la Universidad de Stanford de 2010, para el cumplimiento de objetivos personales, más importante que tener o no fuerza de voluntad es la creencia de poseerla o no, habiendo mucho de sugestión al respecto. En dicho estudio se hizo un test para medir la fuerza de voluntad, pero se manipuló un cuestionario para hacer creer a un grupo de directivos que todos tenían fuerza de voluntad (aun si era cierto o no). Dicho grupo cumplió más ampliamente sus objetivos personales que otro grupo a quienes se les dijo que su fuerza de voluntad era baja.
El seguimiento
El seguimiento es clave para cumplir cualquier tipo de resolución. En un estudio de la Universidad de Chicago de 2008 se descubrió que el nivel de compromiso para cumplir un objetivo personal dependerá de la atención que le demos al objetivo, en base a un buen seguimiento. El estudio descubrió que aquellos individuos y equipos con un nivel de motivación relativamente bajo hacia el cumplimiento de objetivos obtuvieron mucho más progreso cuando se les hizo ver periódicamente avances sobre sus niveles de cumplimiento.
Luego, no dejes tu listado en un cajón, revísalo periódicamente. Una buena práctica es darle copia de los objetivos personales a algún colega de confianza o a alguien que haga el rol de coach, para que te monitoree cada cierto tiempo. Como decía Aristóteles, los hombres somos organismos «teleológicos», lo que significa que estamos orientados a metas —el griego taleos significa «metas»—. También dijo que somos felices cuando hacemos algo que nos conduce hacia algo que queremos. Recordémoslo cuando estemos ya en el camino hacia el cumplimiento de nuestros objetivos personales del siguiente año.
¿Qué hacer para definir y alcanzar nuestros objetivos del próximo año?
–Seamos específicos: Definamos los objetivos concretamente, evitando generalidades. Por ejemplo, en lugar de plantearnos objetivos como «mejorar mi trabajo en equipo», enfoquémoslos en tener reuniones periódicas con nuestro equipo o mejorar el resultado de la encuesta de medición del clima laboral en ese aspecto. –Seamos realistas: No nos planteemos objetivos que sepamos a priori serán prácticamente imposibles de lograr o que dependan de muchos factores exógenos.
–Primeros pasos: Definamos acciones para iniciar cada uno de los objetivos. Por ejemplo, para el objetivo «mejorar mi inglés», el primer paso será definir en qué institución estudiaremos y reservar nuestros horarios.
–Quick wins: Tratemos de partir los objetivos en pequeños objetivos parciales para poder ir alcanzándolos a lo largo del año, como parte de los objetivos anuales.
–Seguimiento: Definamos criterios de medición y, de ser posible, indicadores de actividad, que pueden ser en horas, puntajes, frecuencias, libros leídos, etc. Planteemos a priori fechas para las revisiones periódicas.