Desde marzo de 2020, más de la mitad del planeta se paralizó por la Covid-19 y tras algunas semanas de drástica suspensión en los ingresos, en tu empresa se vieron forzados a tomar la lamentable decisión de prescindir de los servicios de un buen grupo de colaboradores. Si bien se trató de una decisión durísima, primó el criterio de que la empresa siga siendo sostenible en el tiempo y genere empleos, cuidando al extremo el flujo de caja. Apenas empezaron a retomar actividades, se pudo re-contratar a ciertos colaboradores desvinculados; sin embargo, si bien algunos puestos de trabajadores administrativos siguen sin reponerse, ningún proceso de negocio ha colapsado y todo en su empresa sigue fluyendo. ¿Y por qué muchos de esos ex-trabajadores se quedaban hasta tarde en la oficina y parecían siempre “ocupados”? ¿Cómo así se llenó la empresa de exceso de personal, lo que es más afín a entidades públicas? ¿Porqué a pesar de que su empresa había pasado por ciertos procesos de reingeniería, y reestructuración, se crearon puestos de trabajo que ahora se ven como prescindibles? ¿O era solo porque todos trabajaban a otro ritmo y no en “modo Covid”? ¿Qué tanto influye el hecho de que para un gerente el tener más gente a cargo suena mejor, al implicar más poder?
La ley de Parkinson
El historiador naval Cyril Parkinson observó que entre 1914 y 1928, mientras el número de barcos de la marina británica había disminuido en dos tercios y los marineros en un tercio, el número de burócratas se había disparado a más del doble, creciendo a una tasa de casi 6% al año.
En 1957, Parkinson publicó un ensayo afirmando que “el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine”, lo que se conoce desde entonces como la Ley de Parkinson. Según Parkinson, ello es motivado porque un funcionario quiere multiplicar sus subordinados -no rivales- y porque los funcionarios “se crean” trabajo.
La procrastinación
La antítesis del trabajo es la holgazanería, pero inclusive una persona considerada como responsable e industriosa puede caer en la procrastinación, que implica dejar para mañana, posponer o aplazar.
En un estudio publicado en el Journal of Consumer Research por Meng Shu y Rajesh Bagchi en el 2018, se demostró que plazos más largos para entregar pendientes de trabajo pueden llevar a los empleados a pensar que una tarea es más difícil de lo que realmente es, lo que implica que usen más tiempo y recursos en general.
Según Tim Pychyl, quien dirige el Procrastination Research Group en Canadá, cuando un empleado procastina, su cerebro se mueve entre el sistema límbico y la corteza pre-frontal, por lo que ve una tarea como aversiva, aburrida o frustrante, lo que puede producir en él ansiedad por malos resultados o por ponerse en evidencia que le sobra tiempo.
En un estudio publicado en el Psychonomic Bulletin & Review por Laura Brannon y Timothy Brock en 1999, se pidió a dos grupos de estudiantes que analicen cuatro tandas de fotos con rostros, en referencia a un criterio específico. Antes que el segundo grupo empiece a trabajar con la tercera tanda, se les informó que la cuarta tanda había sido cancelada, lo que llevó a que perdieran el tiempo con la tercera tanda, prolongando el trabajo en comparación al primer grupo, el cual trabajó con las cuatro tandas. Este experimento se repitió varias veces, con los mismos resultados.
El rol del jefe
Una encuesta de Gallup del 2018 entre 30,000 trabajadores en EE.UU. descubrió que tan solo una tercera parte están comprometidos con su trabajo y casi la mitad de todos los encuestados no sabe lo que se espera de ellos en su empresa. Uno de los roles más difíciles de todo jefe es desarrollar personas, involucrándose sinceramente en lo que les interesa a sus empleados, pero más que nada, elevando su calidad motivacional. Busquemos que nuestra gente encuentre una verdadera pasión al hacer su trabajo, nivel que será imposible de alcanzar si no incluimos en la fórmula, el aprendizaje y el servicio a terceros.
¿Qué podemos hacer como directivos para no desperdiciar a nuestros colaboradores?
Asignación del trabajo |
A veces un jefe se limita a ser solo un “apilador” de tareas, pasándolas a sus colaboradores pero descuidando el aprendizaje y desarrollo. Para poder asignar correctamente el trabajo, éste tiene que ser específico, medible, factible y realista. |
Enfoque en resultados |
Evitemos la burocracia y definamos medidas objetivas de productividad, facilitando un entorno en el cual nuestros colaboradores puedan enfocarse en resultados, creando una cultura de “accountability”, haciendo a la gente responsable de “entregables” reales. |
Acuerdos de Niveles de Servicio |
Definamos acuerdos de niveles de servicio o “Service Level Agreements” (SLA) entre unidades inter-funcionales, como es el caso de días de atención de pedidos o envío de reportes. |
Gestión del Desempeño |
Contemos con sistemas objetivos de evaluación del desempeño, con indicadores concretos y encuestas de 360º. |
Feedback |
Usemos las encuestas de 360º para dar feedback a nuestros subordinados Si un trabajador no sabe cuáles son sus fortalezas y debilidades, y que estará su jefe para apoyarlo, será difícil que sepa en qué debe mejorar |
Organización |
Busquemos herramientas de organización personal y manejo de pendientes de probada eficacia, para difundirlas entre el personal vía programas de entrenamiento |