Tienes varios reportes directos en tu equipo y uno de ellos te busca muy fastidiado, pues se acaba de enterar que un colega gana 15% más que él, teniendo ambos la misma función. El afectado aduce tener el doble de tiempo en la empresa, más experiencia previa y una formación académica equivalente. Cada cierto tiempo, no solo recibes quejas por diferencias de sueldo, sino también tras decisiones de ascensos, de cobertura en cursos de especialización por parte de la empresa y de mayor exposición ante la alta dirección. Tales beneficios o prerrogativas no siempre pueden ser para todos; por ello, solemos escoger a aquellos con mejor desempeño y potencial. Si bien un clima competitivo es bueno para la empresa, ¿porqué muchos son felices con su propio trabajo y condiciones, hasta que se comparan con otros y tras sentirse en desventaja, se fastidian y frustran? ¿Podemos ser vistos como injustos a pesar de que paguemos a nuestros colaboradores acorde al mercado y tratemos de premiar a los mejores? ¿Basta con ser justos o también hay que parecerlo?
Cuando el compararse ofende
El psicólogo belga J. Stacey Adams desarrolló en 1963 la teoría de la equidad, intentando explicar lo que siente un empleado al considerar lo que aporta en su puesto de trabajo y recibe a cambio, comparándolo con lo que aporta y recibe otro colaborador en un puesto similar. Si descubre que de alguna manera el referente tiene mejores beneficios y/o un menor esfuerzo, es muy probable que de inmediato se desmotive. En esas situaciones se produce un “agravio comparativo” de un trabajador en referencia a otro y crea en quien se siente “agraviado”, una sensación de injusticia, con un potencial impacto nocivo en el clima laboral y la eficacia, pues buscará acortar la brecha con el otro empleado trabajando menos, hablando mal de la empresa y/o de su colega o hasta en el extremo, saboteándole el trabajo.
Las empresas con mejor clima laboral han mejorado mucho en equidad e imparcialidad. Dentro de las 100 mejores empresas norteamericanas del ranking Great Place to Work, en 1998 solo el 56% de sus empleados sentían que los ascensos iban a quien mejor lo merecía, pero este porcentaje subió a 75% en el 2017, dándose mejoras similares en otros aspectos relacionados a la equidad.
El referente
El referente con el cual un colaborador se compara es generalmente alguien similar a él, ya sea en cargo o nivel jerárquico. Al margen de los aspectos relacionados a la meritocracia en la empresa, si el referente es una persona empática, humilde, colaboradora y/o solidaria, serán atenuantes para sentir agravio. Sin embargo, si se trata de una persona arrogante, egoísta o que no trabaja en equipo, dichos factores potenciarán el agravio. En cuanto a la capacidad y desempeño, el agravio se reducirá o no dependiendo el referente sea una persona preparada para el puesto y que trabaja duro, o no tan preparado u ocioso. Si el posicionamiento final que genera el referente en el agraviado no resulta positivo, el haber conseguido determinado beneficio podrá atribuirse a algún factor de suerte, amistad o a fallas en sistemas formales de la empresa.
El filósofo y economista inglés John Stuart Mill sostenía que los hombres no desean ser ricos, sino ser más ricos que otros hombres.
La sana envidia
Es natural que un colaborador se sienta mal tras compararse con algún colega. Sin embargo, en ciertas ocasiones, si el colaborador tiene claridad sobre cuáles son sus falencias y qué competencias tiene el referente para haber obtenido lo que él no tiene, puede gatillarse una motivación positiva, en caso el piso “esté parejo” para el desarrollo de una línea de carrera en la empresa. Luego, no toda comparación en el trabajo es mala, pues puede resultar en una oportunidad para aprender sobre los otros.
El que percibamos equidad en la empresa tiene que ver mucho con sistemas formales de meritocracia, pero sobretodo con la atención de nuestro jefe directo, quien es el principal responsable de nuestro desarrollo individual y tendrá que hacernos ver que, así como nos comparamos con otros, deberíamos también compararnos con la persona que éramos ayer mismo.
¿Qué podemos hacer para reducir la sensación de injusticia cuando un colaborador se compara con otro?
Gestión del Desempeño | Contemos con sistemas objetivos de evaluación del desempeño, con indicadores específicos relacionados al puesto de cada colaborador. |
Responsabilidad | Definamos claramente los aspectos de los que cada colaborador es responsable, las decisiones que puede tomar y lo que se espera de su puesto. |
Feedback | Siempre que lo amerite, demos feedback a nuestros subordinados, dejando evidencias escritas al respecto. Si un colaborador no sabe objetivamente cuáles son sus fortalezas y debilidades, será difícil que sepa en qué debe mejorar. |
Meritocracia | Usemos los indicadores de desempeño y las encuestas de 360º para decisiones de ascensos, incrementos salariales y participación en proyectos clave. |
No Favoritismos | Si por alguna razón contratamos a alguien de nuestra confianza o sentimos más “química” con algún empleado en particular, procuremos tratarlo igual que al resto. Las diferenciaciones solo generan sensación de injusticia |
Bandas salariales | Definamos escalas con un rango de sueldos mínimos y máximos según distintos niveles jerárquicos. |
¿Incrementos ante renuncias? | Si lo que pagamos es acorde al mercado y a las posibilidades de la empresa, no deberíamos de caer en incrementar salarios solo para retener a personal de ciertos puestos en la organización, en caso consigan una mejor oferta salarial. |