Descartando las horas necesarias para dormir y transportarte, pasas la mayoría de tu vida consciente en la oficina, y conforme tienes más años en la misma empresa, vas generando cada vez más confianza con ciertos colaboradores. A pesar de la presión inherente a un trabajo con fuertes responsabilidades, habrá siempre momentos distendidos, en los cuales aparecen conversaciones coloquiales, así como bromas. Sin embargo, prefieres guardarte el sentido de humor solo para cuando estás con familiares y amigos, evitando distracciones en el trabajo. Inclusive a veces, observas demasiada «chacota», te parece que se pierde valioso tiempo y se dan casos de gente que se siente ofendida. ¿Qué tan bueno es el humor en la oficina? ¿Cuál es su relación con la productividad laboral y cuáles sus límites?
Riéndonos en el trabajo
Suena lógico pensar que aquellas empresas con mejor ambiente laboral tienen gente más feliz. ¿No es acaso un síntoma de alegría el reírnos con frecuencia de manera espontánea? Una reciente encuesta de Gallup en Estados Unidos descubrió que los norteamericanos se ríen muchísimo menos en días de semana que durante los fines de semana. Es justo durante los fines de semana cuando estamos más liberados del estrés. ¿Cómo lograr llevar algo de ese ambiente tan relajado a la oficina? Según estudios del MIT, Wharton y London Business School, el reírse en la oficina favorece el bienestar general, liberándonos de estrés y aburrimiento.
Un bebé se ríe en promedio 400 veces al día y un adulto sobre los 35 años, solo 15.
Buscando la ocasión
El humor se basa en una suerte de «transgresión» a lo lógico, pues lo que provoca risa es generalmente lo que luce erróneo, fuera de lugar o hasta amenazante, pero es visto a su vez como aceptable o seguro. Reímos cuando descubrimos que algo que tomábamos como cierto finalmente no lo es y, más aún, si va asociado a actitudes socialmente no bien vistas, como superioridad, adulación, envidia, sumisión o torpeza. Si conocemos a la audiencia o sujetos de la broma, la fórmula puede funcionar, pero es más fácil fallar en el humor que ser exitoso. Si alternamos en el trabajo con gente muy seria, será más difícil que se rían.
Cuando algo te parezca gracioso a ti, no asumas que también lo será para todos. Según John Morreall, autor del libro Humor Works, el humor puede ser dividido en aquello que excluye o incluye a todos los miembros de la audiencia, ya que depende de si será algo de lo que todos se podrán sentir parte o que dibujará una línea divisoria en el grupo.
Durante la guerra de Vietnam, los prisioneros de guerra norteamericanos consideraban el humor tan crítico para su supervivencia que lo utilizaban en circunstancias extremas. Por ejemplo, se contaban bromas en clave morse a través de las paredes de las celdas.
Humor y liderazgo
Una encuesta de Robert Half International descubrió que el 91% de los ejecutivos cree que un sentido del humor es importante para avanzar en la carrera, mientras que el 84% siente que la gente con buen sentido del humor hace un mejor trabajo. Asimismo, un estudio hecho por Bell Leadership Institute descubrió que los dos rasgos más deseables en los líderes son un comportamiento ético y un buen sentido del humor. Aquellos líderes que utilizan el humor cotidianamente, suelen ser vistos como más «accesibles», pues generan confianza.
Muchos líderes, especialmente los introvertidos, no conocen cómo usar el humor en la oficina con seguridad y no están seguros de cómo expresarlo en sus propios estilos de liderazgo. No se trata de una falta de tiempo, pues el deseo está ahí, sino que simplemente no saben cómo traer más humor a sus ocupadas vidas laborales.
Nietzche sostenía que el hombre sufre tan terriblemente que se ha visto obligado a inventar la risa. Pensemos en ello cada vez que hagamos sonreír a alguien, buscando un paréntesis en nuestro agitado día laboral. No es casualidad que empresas como Zappos y Southwest Airlines hayan usado el humor y una cultura positiva de alegría para ayudar a sus marcas en sus negocios, atrayendo y reteniendo a empleados y clientes.
¿Qué podemos hacer como directivos para propiciar un sano humor en la oficina?
-Buscar ocasiones: Como directivos, deberíamos poder soltar una broma dentro de un discurso o presentación de rato en rato, pero definitivamente no deberíamos andar por la oficina tratando de hacer reír a todos, pues el humor es como una medicina con receta médica, resulta muy bueno cuando es usado en el lugar correcto y en la dosis adecuada, pero, si no, puede ser tóxico.
-Respetar a los ausentes: Evitemos hacer bromas sobre colaboradores que no estén, pues el humor se convertirá en «raje».
-Tener etiqueta humorística: Evitemos bromas con connotación sexual o racista, así como sobre asuntos muy personales.
-Manejar el tiempo: No convirtamos la oficina en un show cómico, pues siempre será importante avanzar en las reuniones. Además, si el tiempo apremia, no hay sentido en hacer bromas.
No «picarse»: Si nos hacen bromas, tomemos las cosas con calma y no nos pongamos a la defensiva.
Cuidar el sarcasmo: Antes de hacer bromas muy sarcásticas, conozcamos bien a nuestra audiencia, especialmente si hay gente que en algún momento podrá creer en lo que está diciendo o lo considera ofensivo.
Respetar a los mayores: Midamos bien nuestro entorno si vamos a hacer una broma a alguien con muchos años más que nosotros o con mucho mayor nivel jerárquico.
No fingir: Si no le da risa el chiste de otro, no finja reírse, especialmente si se trata de un jefe.